Hace muchos días que oímos en los medios que tenemos que resurgir las Pymes porqué son el motor real de la economía pero, ¿en nuestro día a día confiamos en ellas?
Sigo creyendo que las empresas se dejan seducir más por un nombre registrado que por nombres anónimos que hay detrás. El auge de las franquicias hizo en su momento que vender una generalidad premiara sobre vender una realidad. Por ejemplo, todos sabemos que Starbucks es sinónimo de todo un concepto de café, local, modernidad, etc. pero, ¿Y si el que tenemos al lado de casa, los chicos del mostrador son unos antipáticos y nos sirven un mal café? A lo mejor si hubiéramos ido a la cafetería de barrio nos encontraríamos a Paco que sabe que nos gusta el café corto y con poca espuma. Con eso quiero decir que la proximidad a veces tiene ventajas al lado de grandes maquinarias de marketing e inversión.
Las empresas en el momento de apostar por un servicio siguen apostando por firmas con mucho nombre internacional y con proyectos de gran renombre a escala mundial, pero cuando entremos en su cartera, seremos esa empresa pequeña que no genera la rentabilidad suficiente como para tener un comercial asignado y todos aquellos requerimientos deberán pasar por un proceso de validación que viene de la central (fuera de España) y que ya se sabe que estos procesos necesitan de su tiempo porqué deben aprobarse en cónclave por el CEO que es inaccesible.
Las Pymes necesitan respuestas rápidas y flexibles por empresas que son de su mismo tamaño y que entienden que no se puede perder un cliente por pequeño que sea. Pero cuando entramos en la necesidad seguro que muchos pensamos que una empresa mediana/pequeña si al final no funcionan las cosas podemos encontrarnos que cierran y nos encontramos solos, pero una empresa internacional si un país no es rentable también puede tomar la misma decisión y seremos gestionados por otro país que no tienen nuestro idioma y tendremos la misma decisión.
Con este post no quiero hacer apología de la Pyme porque trabajo en una de ellas, sino que no somos consecuentes con lo que comentamos en las tertulias de bar o en los debates en la radio o en la televisión. Las Pymes están sobreviviendo a la crisis con mucha creatividad y con muchos esfuerzos. El gobierno no les pone las cosas fáciles y sucumbe igualmente con las exigencias de grandes firmas que en muchos casos tienen la central en paraísos fiscales. Por eso, y como siempre dice mi compañero David Venero ( @davidvenero ) más vale ser cabeza de ratón que cola de león.