Llega un momento en la vida profesional de una persona en el que se determina el rumbo de su más inmediato futuro. El estrechamiento del camino por el que transitas se hace cada vez más angosto y es difícil escapar de las aristas punzantes de cada uno de los recodos.
Cada curva del camino, asemeja a un incierto destino en el que la decisión a tomar ha de ser rápida y precisa. Ese es el momento, decía, en que debemos detenernos, quedarnos quietos, mirar a nuestro derredor y, atisbar el sonido del viento.
Todo ello, junto con una respiración acompasada y el amable consejo de tu entorno, forma la base para, no sin riesgo, hacerse a un lado y como un ágil escalador asirse a la vía que, resplandeciente, aparece en la pared vertical que amenaza el camino. La profesión, aprendida a lo largo de cada una de las experiencias en las que participas, es la que te ayuda a iniciar un nuevo recorrido que nunca comienza vacío. El bagaje va aumentando.
Desde hace unos años, estamos recorriendo un camino cuyo fin parece no llegar. Hay quien se encarga de arengarnos con un destino final próximo y anhelante. El destino no está al final de nada. Cada uno de nosotros, desde nuestro interior, participa en una carrera pausada; pero sin descansos.
Tal vez y debido a que no existe un final, cada uno de nosotros participa en una carrera de relevos en el que el tiempo y el esfuerzo se alternan para conseguir objetivos que conforma un destino común. Lo común, que no lo vulgar forma nuestro destino. Es decir, tratamos de llegar a la comunión de todos y para todos.
Nosotros, los profesionales de Aitana, trabajamos para conseguir que cada minuto, cada momento de nuestro día de trabajo llegue a formar parte de todos los compañeros y de todos nuestros clientes.
Nuestro destino es conseguir que cada tarea tenga un significado para todos los que unimos nuestro esfuerzo. Llega un momento en la vida de una empresa…
Autor: Ricardo Reig Pujol, Consultor Dynamics NAV en AITANA.ES
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